En lugar de preguntas directas, rodeos. Recordaba perfectamente esa batería de preguntas sobre su sexualidad presente y pasada. Sobre sus experiencias. Sobre sus primeras prácticas. Muy íntimas. Cosas que no cuentas a la primera de cambio.
En cambio ella no hizo ese tipo de preguntas porque le parecía invasivo, en tan poco tiempo. Ni se atrevió a rozar esa parcela que implicaba a otra persona concreta y que no estaba en la conversación. Le resultaba tremendamente osado e improcedente. Impertinente, incluso. Pero eso era un rasgo que la divertía de él, esa especie de lenguaraz descaro. Así que, a pesar de la temeridad, era excitante, también. No estaban tampoco en la misma situación: Él y ella eran conocidos veteranos en el antro. Sin embargo ese no era el caso de Momo y de su compadre, menos aún él, que apenas entraba. No, no lo eran, exceptuando un grupo conocido de muchos años atrás. Nuevos en el antro, en una cuadrilla nueva, y más dados al otro garito de enfrente, también populoso. Pero es que además Momo era completamente novata y ajena al zorreo de ese palo. Nadie antes de él. A partir de él, nadie salvo ahora. Fíate de las apariencias y de las malas lenguas que siempre la pintaron de lo que no era: fácil y mujer fatal. No que no hubiera jugado con el coqueteo frívolo, eso sí lo hizo. Dos de ellos le sirvieron para descubrir cosas acerca del antro. De lo feo, de la letrina con potas e inmundicias de los grupitos de siempre. Un tercero fue un juego sin más con alguien agradable y triste a menudo, y por eso hubo ganas sinceras de subirle la moral.
Sin embargo respondió a algunas de esas preguntas, por novata, por lo que fuera. Por estar en babia a los dos días de empezar a liarse, y también porque habló del pasado y poco de aquel momento presente, con la que era su última pareja sexual, porque eso realmente le incomodaba, a pesar de que ya no había nada entre ellos desde mucho tiempo antes. Y en una ocasión, la última vez que él hizo ese tipo de preguntas, ella le contestó que antes de ser padres y que la crianza afectara a su relación de pareja, eran más activos que la media y estaban muy satisfechos. La conversación paró ahí porque la incomodidad de ella procedía del tono al que estaba virando la conversación. Nadie estaba haciendo un juicio de valor. A ella eso no le gustó. Nada, en realidad. Nunca se lo dijo, salvo en un reproche velado, meses después, en medio de una discusión, aludiendo a que él no había contado nada y ella demasiado:
<<Te he confiado cosas muy íntimas sobre mí...>>
No respondió nada a eso. Como a otros tantos mensajes de texto "que no eran mejor que nada".
Nunca fue, ha sido ni será ella celosa ni posesiva. Nadie nunca lo creyó ni entendió, la pretensión de independencia de ella y lo lejos que estaban sus intenciones de lo que él creía.
La lealtad no es eso, tampoco tú lo sabes, como no lo sabía el saliente.
Las preguntas que no debió contestar. Errores. El cinismo, ya sin dueño, de los dos, de todo el antro al completo... Qué cansada está de eso, agotada, diría.
<<El desequilibrio que se fue precipitando más y más, y dejó un cristal precioso azul, por evaporación y enfriamiento lento del amor...>>Dejemos que entre la luz, pero poco a poco, entre bruma que se adentra en horizontal, desde el Chache, recorriendo la falda norte de la Corona, para entrar en su cráter y bajar hacia el Valle de las 10000 Palmeras de Haría y a todo el Malpaís de Tabayba y Chumbera. Que el verde brillante del Lanzarote mas septentrional inunde la costa de arena blanca y agua turquesa, invite a la calma y la paz perdidas. Volver a la marea y a esa felicidad perdida, en mi isla. De la que no me quiero ir porque es mi amor bajo el azul del cielo y porque ya no puedo volver.
A la oscuridad solo se vuelve si no has tenido suficiente dosis. Y la última vez es la que más me arrepiento de haber dado el salto que di. No por Nadie. Fueron casi todas las personas que vi. Y las que no pude ver, las que me hacen arrepentirme de esos cuatro días. Dos en Madrid, dos en Burgos. De los peores de mi vida, en saldo. Y eso que los dos primeros pensé que había conocido a dos personas que merecían la pena, fueron días bonitos, en ese momento fugaz y dentro de lo que cabe, y a la vuelta creía que solamente cargaba en la maleta sufrimiento extra por la última parte del viaje. Craso error.
<< - ¿Qué necesitas? - Luz... >>
No oscuridad. No hacerme cargo de lo que no está a mi alcance ahora ni es mi responsabilidad.
Qué tonta me siento en días como hoy, en los que me gana esta insidiosa melancolía por un imposible. Por las lágrimas vertidas, por no decir en el momento de manera sincera yo, aunque le jodiera:
<<No, muy mal, mi niño, se llama y da la cara, las cosas no son así, un "sé feliz" lo dice el que ama y es una mentira piadosa, porque quieres ser partícipe de esa felicidad que deseas, de la que te excluyen. Pero yo cómo iba a prometer eso sinceramente: "Todo dolor, que disfrazado de templanza, aparece en un chat por escrito..." >>
No. Que sea feliz, el que pueda. Y quiera.
Yo quiero, con mis amores de la mano y olvidando esta negrura. Y lo haré, salgo a la luz y dejaré la cara Giraluna un poco apartada de mi ser un tiempo, en el que estoy necesitando vivir al revés.
Y aquí en esta alcoba con ventana a un fresco patio, canario, por supuesto, la enumeración de errores que me llevó a esto, a estas letras que enlazo y apretujo. Porque algún día esta loca memoria de la loca en la luna, envuelta en alisios que le hacen doler la cabeza y esconderse de la luz, fallará. Más cada día fallará. Y se angustia algo que no alcanzo a describir qué es, dentro de mí...
<<Lejos, muy lejos...y de su pelo revuelto con miradas indiscretas. Porque ha vuelto esa sensación de fragilidad ante el mundo y es imperioso desprenderse para ser funcional. Y poco a poco, pero no es paciente ni con la inacción ni tampoco con la eterna lentitud de lo que no depende de ella. Ella no puede llegarle a Nadie, y su memoria maldita le niega el olvido...>>
En el nuevo amanecer y el nuevo amante está la respuesta y el camino al olvido.