En el más puro estilo terapéutico, intentando hacer caso, que es lo que más me cuesta, de los consejos. Decir que "sí, entiendo, así lo haré" es la parte fácil.
Mis vivencias. Las del día a día. Como hoy que me levanté pensando en él, pero al caer en que era lunes, me activé, para sacarle del pensamiento rápido. Para evitar. Se ha convertido en lo que más temía: fuente de parálisis y angustia. De ahí procede la necesidad del reniego, de decirme que me cazó, me pescó, sacó de mí la cura del síntoma agudo del desamor, para volver a su pastillita de lo crónico, de la barrera física con palmaditas.
Hoy lo saqué. Ahí están mis mambitas, como revulsivo y grito de "¡vuelve a la vida consciente, mami!" Pero por un rato nada más.
Y por estas ensoñaciones, iba después apurada. De ahí vino el error, el descuido, el evento trivial sin mayor importancia que desencadena el tsunami en mi estado anímico. Soy tan ultra de la autocrítica que me exijo a mí misma lo que a nadie exigiría. No queda ahí la cosa porque luego, ya revolucionada, yendo con el tiempo de culo y de mal en peor, me auto fustigo mucho.
Pedí ayuda, porque lo hago, ese no es mi problema. Si algo bueno tiene papi es que, aunque sus tiempos no sean los mismos, siempre, al final, para las niñas está. Son lo más importante para él en este mundo, eso lo sé. Y cuando la evitación ha hecho acto de presencia porque estoy más ocupada llamándome gilipollas por enamorarme de Nadie que de ninguna otra cosa, empieza el bloqueo y llega la necesidad de dormir y cerrar los ojos. Y no. No es bueno. Aunque sea insomne con un déficit de horas del carajo. De hecho, siendo hoy un lunes, menos aún porque vengo de descansar, sin las chinis el finde y durmiendo bien estos días en los últimos tiempos. Algo que debo a mi amante secreto y que es lo que Nadie me ha negado. No me lo podía dar porque no lo estaba, nunca lo ha estado. Y ya no podía seguir dando porque se sentía mal de no corresponder a la dulzura. O lo contrario pero ya ni quiero escribir ni plantear nada más en ese sentido. Prefiero pensar mal. Me va mejor cuando pienso mal, como el común de los mortales, que cuando dudo y reniego del prejuicio, tomando distancia o dando oportunidades que abren mi confianza y mi corazón. De eso estoy harta aunque sea una virtud no pensar mal de las intenciones de nadie. Pero me va mejor ahora pensar que no. Que si yo hubiera sabido que el alejamiento era por un motivo tan de fondo y tan grave, anterior a lo otro que motivó mi enfado, de personas inmiscuyéndose entre tú y ella, JAMÁS, y digo jamás, me habría metido en este lío contigo y creo que hoy lo sabes y entonces solo se te ocurrió defenderte de mi reproche con ese canto satánico:
<<Lo que surgió entre nosotros habría surgido igual...>>
Y yo repito que no, hoy. Bajada de los cerros, consciente, con el paso del tiempo, de lo que ha supuesto para mí este enamoramiento, no habría caído en tus redes. Cuando yo no me mezclé en su vida y lo sabe, vino él a conocerme, él estaba interesado en saber de mí. Yo era savia nueva. Yo era inocente. Yo estaba mal y lo vio, acechante... Nunca llegó a decirme qué era con lo que tenía que tener cuidado, no hiriera a mi pareja. Cuando ni mi pareja estaba allí ni tampoco fuera para prestarme atención. Pero siempre me quedará esa duda...
<<Qué pretendías decir, no lo acabaste...>>
Qué estabas proyectando de ella en mí, que nunca he tenido mi relación en redes con él nada más que para tirarle flores o quejarme de que es vago en casa. Todo lo demás flores. Hasta que te conocí a ti, en realidad, y desataste el trueno: Vi que hacía tiempo que no le declaraba mi amor por algo. Y ese algo, era que llevaba mucho tiempo roto lo nuestro.
Entonces... ¿Cuál era la advertencia? ¿Qué podían molestarle mis coqueteos con otros? ¿Acaso mis vaciles sin pelos en la lengua? ¿Qué era? ¿Qué estaba prejuzgando de alguien que siempre habló de llorar de felicidad follando, del amor pleno, refiriéndome a él, en redes o en este blog? SIEMPRE. Siempre grité al mundo mi amor por él, cuando estaba ahí, inmenso, cegador. Y eso nos redime. No un montón de años juntos a las espaldas. Las mambitas son fruto de ese amor. Pero el amor se desvanece cuando los intereses de uno de los dos se desvían de un supuesto objetivo prefijado. ¿Me he de condenar eternamente en el hielo? No. No, no y mil veces no. Nuestro tiempo pasó. Eso no es el drama. El drama es la proyección de su propio pensamiento sobre mí. Que le llevó a la irresponsabilidad de acercarse a mi vera sin decir la verdad sobre lo que sucedía.
<<Me engañaste, y esa es tu mayor cagada>>
La que hace que necesite olvidar que cometí el error de tocarle, pero también, porque necesito estar bien para los grandes amores de mi vida, que me recuerde que no fui yo. Que él me gustaba de antes, me habías llamado la atención. Pero no fui a por ti, no me insinué, no te seguía. Jamás nada. Te veía pasar a veces y también me parecías un desubicado con esa gente con la que alternabas en el antro. Muy equivocada, ahí, claro...
¿Quién vino a quién? Fuera a decir que quería hacer nosequé con mi avatar o a preguntar sutilmente cómo era así de descarada con los tíos, si ya tenía pareja. Vino él y pasados unos días de conversaciones personales, le dije que me gustaba. Pero nunca lo inicié yo y me ha hecho pensar todo este tiempo que sí.
Y no.
Porque hoy por la tarde ya no hice nada. Me desactivé, dormí sin sentido, mientras el padre se ocupaba de sus hijas. Y no.
Ya es tiempo. Y el tiempo es inexorable, den tiempo a la reflexión. Es una de mis pocas certezas en esta vida. Tan de Raimundo como de su nieta.
No, no fui yo. Fuimos los dos.