Ningún hueco por explorar.
Ningún hambre, ninguna sed que saciar.
Sin reservar nada a nadie ya, sin contenerse por si llega alguien después.
O vuelve alguien. Alguno con el que no se cerró la cosa. O cerró mal, con dolor. O que simplemente siempre hubo tensión y no llegó el polvo. Pero que ahora sabes que si se te presentara la oportunidad, no la dejarías pasar. Que demasiados polvos van ya rechazados para la historiaza fantástica de los casi veinte que te marcaste. Como feliz monógama. Que no sabes cómo te has dejado liar, cuando podría haber sido todo tan distinto. Y ya no sirve. Es tiempo que se perdió, intermitentemente... sí, inevitablemente así es y será. Siendo para ti el valor temporal oro en lámina fina, a proteger y optimizar sobre todas las demás cosas. "Ya estás más cerca de la edad de ella". Así que sí, decididamente:
Sin reservas.
Así has de amar la próxima vez. No darás detalle de él a nadie de ninguna de las maneras. Y todo lo que dibujes, excepto sentimientos humanos, será un personaje, un avatar alejado de su porte atractivo exterior, de sus dedicaciones y aficiones. De él nada reconocible para nadie más que, en todo caso, Ustedes Dos, que son los que saben...
Sin reservas a lo que me produce en el sistema nervioso. Cuando en una tarde de mensajes de texto acabamos excitados y a mí me recorren escalofríos por toda la columna, al leerle, hasta que noto cómo mi sexo se contrae de repente de manera consecuente y placentera y mis piernas empiecen a moverse, nerviosas también.
Así es como sin reservas, sabes que rápido buscaréis cualquier sitio para estar a solas. Sin nadie más alrededor, sin ropa, sin frío, con los cuerpos pegados en la primera fricción eléctrica. Podría ser en el primer sitio con un cerrojo, un baño del aeropuerto. O quizá el encuentro no sería en terminal de transportes. Quizá estáis tomando algo, y que el calentón lo propiciara, no quiere decir que ninguno de los dos prefiriese, pero el baño de un garito de rock cualquiera puede acoger hasta esa situación sin que eso afecte negativamente, -más bien al contrario,- a la escena final en una cama pulcra e impersonal en la que lo de menos sea el mobiliario de la habitación en cuestión. Lejos. Sin reservas, para eso ha de estar lejos.
Volviendo a los cuerpos...
Sudando en horizontal, ella de espaldas a él, desnudos y pegados, él la agarrará por la cintura con una mano, mientras con la otra retira la melena del hombro y del cuello de ella. La besará en la piel liberada del cabello y notará el estremecimiento de ella, desde la nuca hasta el culo, que ondea hacia atrás. La erección será cada vez mayor, en la ensoñación de que llevarán un buen rato ya encamados, mojados él y ella y como locos por follar, antes de lamer, comer, tocar meter dedos y muchas otras cosas. Es una ensoñación que trata de ser realista, en función de todo lo acaecido antes, en cuanto a ponerse cachondos a distancia. Con cuatro letras por conocerse tan bien ya el uno al otro. Sin reservas, en este particular...
Es ese deseo, provocado en conversaciones previas, lo que te lleva irremediablemente a querer tenerlo entre las piernas y ponerle las tetas en la cara. Sin reservas. Y lo que surja y que me ponga del revés o como quiera darme. Porque desear los arrebatos y los fluidos del otro, y que me apetezca comerle, es eso, ya: