Aún con el dolor del golpe, tras la caída. Y quizá ese sea el único motivo para conceder la sonrisa al 2019.
Cuando fui madre sentí por un tiempo la necesidad de volver. Luego la sentí más cuando empezó a resquebrajarse mi relación de pareja. En esos días me quemaba la añoranza de mamá. Lloraba un par de veces a solas al día mínimo. Nadie lo supo. Los dos primeros años de vida de las mellis me tiraba las 24 horas del día a su cuidado, casi la mitad de ellas sola. Tenía muchas oportunidades, pues, para llorar amargamente mi soledad cuando menos la deseaba. La carga hormonal de un múltiple y todos los cambios que supone esa gestación son brutales. Yo deseaba con toda mi alma ser madre, pero la multiplicidad me pilló fuera de juego. No olvidaré nunca esa eco. Salí aterrada del hospital. Él como loco de contento. Yo aterrada. A él hasta la ginecóloga tuvo que decirle que frenara el entusiasmo, que no los iba a cargar él. Yo aterrada.
Y el terror no era solo por lo físico-hormonal-montaña rusa emocional-económico... No, no... yo ya tenía problemas serios y discrepancias por el orden y la limpieza de siempre, durante toda nuestra convivencia ha sido así. Yo me la vi venir gordísima y fue diez veces peor que mi previsión.
Sin embargo, aquí estamos hoy, separados, él llevando el tipo de vida que quería llevar, pero solo (eso no entraba en sus planes), y yo sin ni idea de qué hacer con mi vida ahora. Poner copas otra vez, supongo. Pero mis niñas conmigo. Ellas, de manera escogida, son las únicas que limitan mi libertad. Y para que ellas estén bien, en realidad la mejor manera es que yo lo esté. Me faltan unos pasitos para ser libre que no sé cuánto tiempo me va a llevar darlos. Pero la sensación de libertad va en aumento. Porque cada día soy más yo. Convencida de ello. Y de que se alejen todos aquellos a quienes no les guste esta mujer que soy. Con mis virtudes y mis defectos.
El silencio no me gusta. O las voces de rol de las Chan jugando o música.Siempre hay música.
Me gusta esta libertad que crece, aunque sea en mitad de una pandemia, que nos confinó y confinará.