19 jul 2020

Salvaje.

Agosto. Lugar perdido en la sierra, mucho calor. Es de noche y la temperatura no ha bajado de 25ºC, según el indicador instalado en la entrada, junto a la puerta del baño. El bochorno que impide dormir. Y sin embargo no cree que pudiera tampoco, ni aún estando a quince cómodos grados, pegar ojo. A pesar del cansancio de todo lo que habían ejercitado la anatomía desde el minuto después de cerrarse la puerta de la habitación. A pesar de haber llegado después de una frugal comida, sin postre pero con café, bebido ardiendo para salir rápidamente del comedor del hotel, lleno de seres que sobraban. 
Eran las tres de la madrugada, ella apenas hacía quince minutos que emitía ese ronquidito de leona, y habían follado casi sin descanso desde las tres de la tarde.
Exhausto pero eufórico. Imposible dormir. Incrédulo incluso, de haber coincidido con ella en un mismo tiempo, en el sitio correcto para ellos dos. 
Vencidos los convencionalismos de la sociedad y el entorno que rodeaba a ambos, cada uno en su hábitat, allí estaban.
Grandes felinos. Orgullosos y heridos. De ese grupo era ella, sin lugar a dudas. Maravillosa, así: impregnada de sudor y con la melena enredada, duerme con los brazos hacia arriba, tapándose un poco la cara con los antebrazos. Y las piernas, eternas, semi abiertas y de lado, con el culo en pompa. Su delicioso terciopelo en esa piel... giro alrededor de la cama, hacia la ventana. Entra luz de la media luna, entre los visillos, que baña su espalda ancha y robusta. Porque es fuerte. De alma, de corazón y de resistencia física. Brava y dulce. Descarada y tímida, le gusta recibir cumplidos, pero sonríe y se pone colorada con facilidad, recuerda él, en la mesa del restaurante, mientras comían unas horas antes.

Ella contándole a él, que le pasa también al otro lado, cuando están on line. Que, en general, cuando pone emojis de rubor en sus redes, realmente está roja de vergüenza al otro lado. Es muy sexy ese lado infantil. Pero hay que ser cuidadoso con esa aparente dulzura inocente. Se arrebata y enoja rápidamente, si tratas de hacer de padre, es muy irritable con la condescendencia y los paternalismos. Es obvio que la irrita porque la han minusvalorado de verdad, no es algo que esté entre sus equivocadas percepciones. Se machaca y culpabiliza por todo, es un nivel de auto exigencia muy alto.

Se lo dije y contestó que es porque así es como sabe ella salir adelante en la vida, un poco borde. Pero cuando es dulce, no tiene igual. Y quizá no estaba muy enterada de eso, no lo está...no lo sé. Pero los dos queremos vivir esto intensamente cuando podamos vernos porque ninguno lo habíamos vivido antes, reciprocidad y compatibilidad sexual desde antes de vernos en persona. Ya lo sabíamos. Al menos yo. No se lo dije, ella sí sentía presión, por una mala experiencia anterior con altas expectativas insatisfechas. Después de la primera vez, en la que nos corrimos ya juntos, ella sí que pensaba que sería bueno pero no tanto. Yo sabía que las probabilidades de que saliera como ha salido eran muy altas. Faltaba el olfato nada más. Y nada menos. Pero está claro que desde que nos pudimos mirar a un metro de distancia, sobretodo durante la comida, la última y decisiva pieza también encajó..."
<<Ese primer polvo fue salvaje, aún lo pienso y se me pone dura. De cómo empezó, suavemente besándonos en silencio, de pie, en la puerta, nada más cerrar. Encenderse la respiración y pasar a comernos las bocas mientras el uno quitaba la ropa del otro. Allí en la puerta, semidesnudos, ávidos por tocarnos, nos abrazamos contra la pared, apasionados, ella me comía el cuello, yo le arrancaba las bragas... Besos, dulzura otra vez... ella mojada, mis dedos entrando en su vulva cálida... notar mi erección seguir creciendo al contacto con su humedad, y ahora la oigo decir, suave, entre gemidos "quiero que me folles..." Le doy la vuelta, ella aprovecha para guiarme hasta una cómoda, donde apoya sus brazos, después de soltarse el sujetador al completo. No puedo más, la quiero mía, le entro por detrás... le doy todo mi deseo atrasado de golpe, ella se estremece y me acoge, me ofrece más su culo aún, excitadísima y yo como loco al ritmo de su diabólico y dulce vaivén...>>

<<Córrete para mí...>>

"Nos corrimos muy rápido y juntos, ella estaba entregada completamente a que le proporcionara el placer de hacer realidad meses soñados..."

Después de ese primero vinieron los lentos, los húmedos, las fantasías comunes, las exploraciones de los rincones de placer y de deseos ocultos de ambos mapas.
Doña Amor y Don Deseo hicieron una bonita celebración de reencuentro con la Señora Vida. Que estaba a por uvas, despistada con sueños miedosos de inmortalidad, jugando con vampiros, que adulan a la transcendencia, mientras duermen en cajas de tierra, durante el día.

La muerte, la vida. Eso sí que es unión indisoluble.