Que no calma chicha, que precede a la tormenta y a las fuertes marejadas.
Marea de oleaje suave y longitud de onda moderada y constante.
"Siete y crece; siete y decrece..." Subiendo hacia Pleamar o descendiendo a Bajamar.
Predicciones de pueblos acostumbrados a faenar los riscos y las maretas de las plataformas basálticas, originadas en las grandes erupciones del s.XVIII.
Porque no hay mayor respeto a la mar que el del que ha nacido a su vera. Y así son sus caras cuando se enteran de que hubo un accidente en la Playa de Atrás de Órzola o que a alguien le tiró un golpe de ola,- en las caletas de allí o las maretas de acá, el océano traiciona en cualquier sitio a la razón humana- cuando pescaba, en un día de viento y mala mar. Caras de poema, de tragedia inútil e innecesaria que estará produciendo un terrible dolor.
Esa faz lo que piensa es en muertes evitables, recreativas, mientras los recuerdos traen noches de terror en alta mar, con pérdida de vidas humanas. Pero sobretodo el recurrente pensamiento de no querer volver, una vez a salvo, en el puerto. Y tener que volver, claro. Con miedo, pero no hay otra, porque "más cornás da el hambre".
Hoy no hace falta aventurarse a estupideces del calibre de ponerte a la orilla del mar con tormenta o bañarte en una playa de corrientes mortales sin vigilancia. Esas boberías no son propias de personas que piensan con sensatez. Al contrario, son indicativas de una prepotencia e ignorancia peligrosas para terceros, que arriesgan sus vidas en ocasiones en salvamentos para los que están en nómina.
De estas que de tanto que has pasado antaño, en el piche, en la higuera, en la tunera o la vid, con la cebolla o la lenteja. Esa batata del jable, esa morena de roca, con su mero y su vieja. Todo lo que la islita representa es al hombre hormiguita. Que cómo no se iba a dejar engatusar para plantar un hotel en su finquita de arriero, donde estaban las cabritas y los baifos: "Y en la contigua me han dicho que fabricarán residencias particulares, donde la lonja del queso. y que pondrán un parque de rofe y cosas para los chinijos, con accesos hasta la cala"
Y así el océano azul canario fue mezclando sus aguas con las heces del turismo. Y de todos aquellos que vinimos a vivir de ello, nunca lo olvido.
Tanto es así que es triste decir que la pandemia que trajo la crisis del turismo aparejada nos regala con un pro que es un espectacular mar en calma, limpio, cristalino, rebosante de vida y peces, como nunca lo había vuelto a ver desde 2003. Porque cuando llegué para quedarme a vivir, en 2008, el deterioro había sido ya brutal en cinco años. No te digo nada lo que es la islita veinte años después casi de venir por primera vez, de vacaciones invitada a casa de unos amigos. Ni su sombra.
Ni tu sombra eres, Mr. Writer ♥, desde hace un tiempito. Yo no te pediré nada y me he soltado de tu mano, pero te seguiré leyendo. Cuando vuelvan tus letras, las buenas. Cuando esto sirva para que nadie te tape y brilles. Las que a ella no le gustan porque son sutiles, las que le hicieron sospechar que había alguien detrás que las inspiraba. Las que te hacen merecedor de alguien que tenga la sensibilidad de apreciarlas.
Candelita, a veces se enciende, a veces se apaga...