Hace de mí lo que quiere. Pero es mutuo y equilibrado. Yo también siento ese poder sensual salvaje, sobre él. Quiero investigar sobre esto. Sobre la ausencia de feromonas del otro, al alcance de la pituitaria. Qué es lo que propicia esa conexión y pone en marcha la química cerebral. Qué sucede ahí. La persona te gusta, vale. Pero sin tocarlo ni verlo ni oler, ¿cómo es posible mojar de esa manera las bragas? Me perturba. Sencillamente porque lo de Nadie, me traumó. Pensé que podía volver a ser así, que al ver a otra persona por la que sentí rápida afinidad sexual online, luego me bloqueara como con él de nuevo, en el cara a cara. Pero no. Eso no pasó. Si le reconozco los cuatro días felices al último truhán es porque parte de esa felicidad estuvo ahí. En mi recuperada desinhibición completa, que se frustró en aquella noche de junio, por la fría distancia y las barreras autoimpuestas.
Ni quiero tener que aguantar que me mientan. Ni tener necesidad de hacer preguntas porque me hacen pasar un mal rato desapareciendo día y medio. A nadie le voy a tolerar ya jamás eso. Y menos cuando no soy yo la que busca ese tipo de relación, monógama y estable.
Quiero que me quieran follar, tierno y duro. Y que me lo sepan hacer notar, el deseo de comerme, para no perder el tiempo ni errar el tiro. Que conozcan la manera de llevarme a mi estado más desatado y cachondo, deshaciendo las ligaduras y resistencias a mostrar el lado más íntimo y valorado de mi sexualidad. Y eso se consigue con la práctica, que ahora se puede adelantar, y mucho, en un chat en Internet.
Me enreda esa manera de aparecer y desaparecer que tiene, es una especie de encantamiento, el que tengo con eso. A veces me ha hecho enfadar, por ello. Ese orgullo, esa chulería... decididamente me pasman. Pero lo bueno es que pienso con malicia, acerca de esto. Con destapar ciertos talentos que le bajen los humos. Y que luego él demuestre esos suyos que me cuenta, también para bajármelos a mí. A golpe de lenguas, va a ser la competición. A ver quién de los dos sabe apreciar mejor el postre.
Encima eso. Este tipo de analogías. Lo que puedo aprender. Y un claro defecto que tengo es que siempre he cocinado para conquistar yo. Jamás nadie me dio a probar nada que fuera motivo de conquista para mi estómago, preparado por sus manos.
Quiero delante del espejo ser sometida por él y que me pida que sea su puta. Y quiero comer con él en la cama. Y hacerlo sin parar un día entero. Esto ya no solo porque puedo y lo deseo, sino porque me ha retado, el insensato insaciable.
Es esto. Tener a alguien en mente para el próximo maratón de amor y sexo. Dure lo que dure.
Hasta la siguiente etapa.
Hasta la siguiente luna...
Delante del espejo, soy yo resurgida.