23 jun 2021

Conduciendo de vuelta a casa.

 Sola. Al volante. Con música o no, pero en los trayectos sin prisa, en los que te percatas de la belleza sobrecogedora del paisaje que te rodea.

Me gustan. Disfruto mucho esos trayectos porque respiro y reflexiono. Sobre lo cotidiano e inmediato por resolver. Pero también sobre mis vivencias en un sentido amplio.







Mis últimos dos años. Cómo han crecido mis hijas y los cambios que han sufrido y a los que han tenido que adaptarse. Por el bien de los cuatro, sin duda alguna.
Los amores de mis últimos dos años, desvirtualizados o no. Amantes fugaces, pasajeros de una noche, de cuatro, o de muchas en la distancia. Y lo mestizo: domesticado en forma de personaje de relato en un blog, medio imaginado, medio soñado, medio real...

Un día me sorprendí pensando en si por cualquier cosa leyó M. el hilo en el antro, el que está fijado. Y de ahí mi imaginación difusa y mi sesgo anti ella, empezaron a divagar en una conversación acerca del hecho, madre-hija. Mi disonancia no paraba de ver a una mujer llamándome rebajada y denigrada y a un causante en solitario enfrente, dejando mi carácter de pobre ser tutelable aparte, su padre, por supuesto.

"Ni rebajada ni nada de todo eso", me digo en voz alta a mí misma, como que lo acabara de leer en un story de Instagram, auto confirmando con esa fantasía mi creencia de que así me ve. Una arrastrada.

Sonreír después de hablar sola al volante, en voz alta. Pensar que no te arrepientes, en absoluto, de esos momentos felices. Te arrepientes de otras cosas. No de lo que sucedió que ni él ni tú podíais controlar.

Porque eso no se busca.

Aparece de repente.

Aunque ambos buscábamos, eso sí, al parecer muy distintas cosas.

Yo que me sacaran del ensimismamiento. Él una cana al aire clandestina, como otras veces.

Nada de lo que sucedió estaba previsto. Y se pudrió. Como en tantas otras historias con terceros de por medio.

Ya las razones no interesan a nadie, ni siquiera a mí.





"Qué linda la vista de las Peñas del Chache. Voy a parar un poco en la iglesia de Tiagua, a tirar cuatro fotos al Risco de Famara..."