Pasa cuando, a pesar de una ruptura o una discrepancia que ha puesto distancia insalvable, entre dos pieles, entran en contacto por azar o casualidad del destino. Es algo que suena banal, superficial, así explicado. Es el lenguaje telenovelero de las venezolanas de Boris Izaguirre. Pero es que es noveleramente real, esto. Yo lo he vivido. Y puede que suene poco profundo o nada, pero quien ha sentido la piel tibia de la persona más amada y deseada, sintiendo reciprocidad para colmo de felicidad cuando la tuya es tan vívida, sabe reconocer perfectamente la mentira o asimetría en eso. Veintiuno tenía yo cuando viví una relación sexual completa de esas características.
Antes, haciendo de todo menos penetración, también me había sentido así con otras personas, con la piel...Y ya había follado antes de esa edad, desde la primera con diecinueve, pero no con amor de esa clase de intensidad y trauma, al joderse todo.
De hecho recogieron mis pedazos muchos, después de eso. Tuve la etapa más promiscua de mi vida. También porque trabajaba poniendo copas y los findes eran de aúpa, no entraba en casa, Mi madre no vivía ya, claro. Hasta que conocí a Giorgio y con 23 senté la cabecita. O algo.
He vivido en esos dos años de mi vida momentos muy imprudentes. Como cuando un colega de otro colega que no voy a mencionar me llevó a follar a la casa del pueblo en reformas. Épica, aquella cagada, con lo cachonda que me había puesto el día anterior en las fiestas de Valdepez...
Pero tuve dos ovarios bien puestos (soy gilipollas, me podría haber obligado y no lo hizo, por eso de la cultura de la violación o no sé qué hostias dicen algunas estúp**** radfem) pa decírselo, que no me molaba chingar entre plásticos, que lo veía un poco creepy y que mi padre es pintor escayolista; también mis hermanos. Los tres.
Hubo otros a los que rondé y me rondaron y acabaron estampados contra un coche por un imprudente al volante, yendo él por su carril con su moto. Iván, siempre te querré, cariño. Me alegro tanto de haber probado esos besos... cosas de la vida que te sonríen. Es en lo que pienso siempre que le recuerdo: en su dulzura de esos labios, aquella noche juntos.
También mi primer amor intenso de EGB se suicidó. Se tiró a la vía del tren en Fuentes Blancas. Jamás olvidaré el día que lo leí en el diario de Burgos, al poco de abrir por la mañana la cafetería última, en la que me auto empleé, antes de venir a vivir a la islita.
Son todos los que no están en mi vida, por motivos trágicos, unos héroes de mi memoria.
Intocables.