Momo se despertó entre sudores, sobresaltada. Una vez se ubicó y reconoció la habitación de hotel y a la mujer desnuda a su lado, suspiró y sonrió al mismo tiempo, mientras se ponía la camiseta botada en el piso del cuarto y se levantaba para fumar un cigarrillo en la ventana.
Estaba disfrutando de un sueño erótico y de pronto la cara del amante que le miraba a los ojos no era la que minutos antes estaba enterrada en su entrepierna. Le solía suceder que si había follado antes de dormir luego repetía en sueños. Era una suertuda con lo de su materia gris hiperactiva para estos menesteres del placer sensual. Era como una retroalimentación que le duraba horas. Y de la que sacaba rendimiento económico, para redondear la experiencia de esta edad de los cuarenta y pico años desaforados, de búsqueda y recuperar tiempo perdido, tras una larga relación monógama y castradora en su último tramo. De aprovechamiento de los jugos de la vida, también de todo tipo de fluidos sexuales. De aprendizaje a mil por hora, sobre sí misma y sus verdaderos deseos como ser sintiente. De sus perversiones típicas y de las que no lo son tanto...
El amante intruso del sueño no era nadie. Nadie que recordara. O al menos desconocido para ella.
La que le comía el coño era Maru, minutos antes. De lo arrolladoramente bien que lo hacía, el sobresalto le parecía del todo lógico a Momo. Puesto que ella desea más si conoce a quien se la bebe; y una de las cosas que más le gustan de la vida a Momo es tener sexo con seres a los que ama, como era el caso de su Maru, aunque en sueños.
Bocanada de humo al exterior. Hace frío fuera:
<<Puto Madrid. Extremo en invierno, extremo también en verano. Obviamente los cristales están empavonados, mucho. Las ocupantes del lecho estábamos ardiendo y con las máquinas a todo trapo. Hace apenas un par de horas que nos lamíamos aún, como gatas en celo... mmm>>
Lo que perturbó a Momo de esa faz cruzó entonces de repente, como un rayo, por su mente, mientras fumaba sin pensar en nada importante. Mirando a las luces de la ciudad, empezó a enumerar nombres entre susurros...
Nadie que recordara... pero con una fisonomía que le resultaba familiar.
Así entendió el porqué del sobresalto y la interrupción del sueño.
Momo ve la posibilidad...
El día en el que las letras se vayan disolviendo. Cada vez menos soluto en un mar de disolvente.
Con muchos peces.
...
Ya no solamente le inspira el vampiro caníbal.
Ya el maridaje es mucho más sofisticado y complejo. La bodega es vetusta y el contenido diverso, el paladar acostumbrado al joven en barrica de roble americano y también al Listán negro de maceración carbónica.
Es el camino, que andado, da sus primeras treguas.