7 nov 2021

Cuenta atrás.

<<Telón, clausura, hora de chapar la persiana...>>



Momo cierra otro ciclo. Y todo encaja en su lugar, ni adrede le habría salido mejor.

Porque aunque fueron difíciles y arriesgadas, las decisiones tomadas en los últimos tres meses, incluida la de irse de un trabajo que le gustaba muchísimo, se han revelado como acertadas. Ahora la oportunidad que puede agarrar, al no haberse quedado expuesta a la envidia y el odio (por consciencia de tenerlo ahí mismito) en ese curro tan interesante con un contra tan enorme, es mejor. Mucho mejor. Con gente conocida que es de ley y lo sabe. Y el trabajo va a ser igual o más motivador aún.

Coincide que sube como la espuma la popularidad del morbo de Momolandia, así como los habitantes VIP de la Ínsula, que pueblan ese hotelito privado del pecado en la Red de los contenidos porno-eróticos. Ese otro antro que le recuerda a Momo sus años mozos en pubs y discotecas, y la cuota de clientes que entraban en los garitos en que trabajaba con veintitantos por estar ella detrás de la barra.

Aunque ahora Momo sonríe a su público, ya no es aquella niña asustada y tímida que iba de borde para mantener a los babosos a distancia.

Filtrando, ya no hay ninguna duda de que es lo que hay que hacer. Lista de admisión y control de acceso. Tras del último evento en el antro y las palabras vertidas. La indignidad se la dejas a quien la calza con maestría y le queda como un guante. 
Ya no necesita que los ingresos procedentes de dar fuego íntimo se multipliquen rápido. Así que está cerca el momento. Ese en el que los malos, males y malas conocidas sean preferibles a lo bueno por conocer. Timbre, santo y seña o arriesgarse con un disfraz, suplantando.

Pero habrán de poner a prueba la perspicacia, sagacidad, experiencia, inteligencia y psicología de la puta.

Y no es fácil.

Nunca lo ha sido, en realidad.