M.- Es un déjà vu. Y estoy de nuevo pasando por el mono. El síndrome de abstinencia de la distancia y la desintoxicación voluntaria. Volviendo a dejar de ir a los lugares donde sé que está. Y ya he superado aquella cuenta atrás de hace dos años. Hace mucho, llevo un mes sin esa droga.
N.- Y cómo te sientes, ¿en qué consiste ese síndrome?
M.- Ahora ya voy levantando el vuelo, pero he tenido un par de semanas de melancolía aguda. Doliéndome de mis errores y en algún momento he pasado angustia.
N.- ¿Angustia? ¿Por qué te angustiaste?
M.- Porque justo antes de decidirme a ingresar en el grupo, supe algo acerca de su salud que me preocupó. Siempre he estado preocupada por su estado de ánimo y si está bien, en general. No saber me angustia. Pero al segundo pienso en que está en buenas manos, que debo preocuparme por mí primero y que mi angustia no sirve de nada. Salvo para encontrarme mal yo.
N.- No te angustias por eso. No es verdad. Eso es una respuesta muy convencional, Momo... ¿Su salud? Tú misma te lo has dicho, está rodeado de gente que se preocupa por eso y pueden hacer más que tú angustiándote a distancia y decidiendo salir por completo de su vida, hasta en redes y antros en línea. Cuéntamelo, si quieres.
M.- Si hay algo que me angustia es la posibilidad de que sí me eche de menos, saber de mí... yo qué sé.
N.- ¿Hacerle daño por irte? ¿Después de cómo te has sentido tratada?
M.- Va más allá. No es eso. Pienso en los indicios claros de una atracción entre nosotros que nos fue difícil vencer y que dejamos a medio resolver por otras personas. Pero la dejamos nosotros dos. Mal o bien. Cerrara en falso o no.
N.- Te dejó él a ti, Momo. Y de una manera muy cobarde.
M.- Sabes lo que quiero decir. Nadie lo supo hasta después y, al menos que yo sepa, no estuvo motivada porque lo descubriera nadie antes de que me dejara.
N.- Eso lo dices para redimir tus culpas acerca de lo sucedido después. Porque te sigues sintiendo culpable de cosas que no son culpa tuya. No has sido tú sola. No es posible, es la interacción con el medio. Y el medio no ha sido como el mar como un plato, se te han echado encima las olas de tormenta. De las relaciones entre ellos de los otros. Pues tú estabas al puterío y a tus cosas hace tiempo. Con muchos problemas en analógico que resolver y muchos cambios en los dos años que han pasado.
M.- Ahora la que no entiende soy yo. Pues quizás sea que me siento vulnerable porque me auto exijo mucho. Sin embargo hoy es el día en que pienso que lo del hilo cervantino fue muy divertido y me he reído un montón a cuenta de eso. Pero que antes tenía que haberle quitado la careta, que tardé demasiado y que se burló un año entero. Tendría que haberle ido a decir cuatro cosas delante de todos hace mucho tiempo. Así que no, ya no me siento culpable de eso.
N.- Vale. Genial. Pongamos que confío en que eso sea así y veas con claridad cristalina las responsabilidades al menos compartidas, en todos los sainetes que se dieron entre cierta gente que se metió donde no le llamaban y sin saber. Entonces, Momo... ¿la angustia?
M.-La angustia es que no son los demás como yo soy. Que si mi ex se lía con alguien y me entero pasado el tiempo... y veo que algo le afecta aún en relación con esa otra persona, mucho después...
N.- Ya. Momo. Ahora te entiendo, veo por dónde vas. No puedes ser tan vulnerable, no. Deja de pensar en las consecuencias que pueda tener para los demás, que para colmo te dañaron, la decisión correcta de cuidarte tú. Amor, ¿no lo ves? Claro que no es como tú, cariño. Tú eres resiliente, valiente. Y cuando llegó el desamor con el padre de tus hijas, lo afrontaste y te negaste a criarlas y educarlas en la mentira. En la más grave que puede haber, además. Si no hay amor, no se puede fingir ni pintar. Y mucho menos obligar al otro a quedarse.
M.- Gracias, Nines.