"Más alto que nosotros solo el cielo..."
La necesidad de hacerlo junto con la dificultad para centrar la idea del texto, cuando la ansiedad lleva unos días ganando la partida, de manera que sientes que solo la vences con evasión y sueño a deshoras. Lo que trae aparejado un aumento del insomnio. Pero no del activo, sino del angustioso de evitar los pensamientos que no te dejan avanzar.
De lo que quieras. Un poco de documentación o ideas frescas previas. Preconcebidas. No pasa nada, mientras lo aclares o quede patente entre líneas que es una perspectiva a priori, sobre algo con lo que te has cruzado y en lo que no habías reparado antes.
La humildad de la ingenuidad y la desnudez del aprendiz que no se preocupa por la imagen que proyecta de sí misma. Su ignorancia reconocida le permitirá conocer las cosas de primera mano, desde la base, con entusiasmo y sorpresa. Quien ama enseñar adora esa actitud, jamás la juzgará. Quien se burle o denigre la inocencia del ignorante curioso, jamás será un buen enseñante.
Entonces, cuando la visión es una experiencia personal puntual, perdiendo de vista el ancho mar de gotas que mojan, se cuenta solo de lo que se ha precipitado en el filtro de tu alma. Y lo escribes. Claro que puedes. De lo que quieras. Y el resto de litros de agua salada harán lo propio con la suya precipitada en la roca intermareal. Harán lo que quieran con su propia visión. Guardarlo, escribirlo... Pero sí hay diferencia. Diferencia hay.
<<Cada vez que conoces a alguien. Sabes que conociste a la parte oculta, lo que no se ve. Ha necesitado preguntar a los demás, una macroencuesta en el antro, no se conoce aún a sí mismo, aunque naciera catorce años antes. Es triste necesitar que te digan los demás que eres auténtico. Más aún que te cause incomodidad que una sola persona de entre cientos diga lo contrario. Por unas horas durmiendo a tu lado. Y unas cuantas más llegándose a tu corazón. Y tú al de ella.>>
Entonces escribes. Cuando sabes que no.
De lo que quieras. Tu historia, tu vida, tu autoconocimiento. Para amar bien, mejor, de manera intensa. Dar lo mejor en letras, caricias, besos. En pasos de baile.
En latidos acompasados y envueltos en sudor y miradas de fuego.