19 may 2022

La herida. Memorias de Momo (XIII).

 De nuevo una línea en el tiempo, unida por dos puntos. Una melodía, un arrebato de sinceridad y demostración de autenticidad, un destello de excepcionalidad. El comienzo del cortejo en una relación de años entre dos personas muy diferentes, de distintos mimbres, por decirlo de un modo general.

Suena en la app del móvil "Juguetes Perdidos", de Los Redondos:

<<Cuanto más alto ♪♫ trepa el monito, ♪así es la♪ vida, el culo ♫más se le ve...♪♫♪>>

La música siempre en la vida como eje transversal de las relaciones sexo afectivas. Con todas tus relaciones amorosas que consideras importantes en el trayecto conservas al menos un tema asociado a la persona. En el caso de las más estables o duraderas, artistas, géneros y gustos comunes, por supuesto.

Piensa Momo en cosas que contaría a la Gran Mamba, de poder entablar conversación con ella... 

<<La herida de Héroes nos unió una madrugada de un fin de semana cualquiera del recién iniciado milenio, tras de servir copas en el pub en el que trabajábamos y donde nos conocimos. Antes que con él, me había estado enrollando con otro colega de la cuadrilla de pijos que eran. >> (Universitarios que curraban de djs para copas, mientras Momo lo usaba para pagarse el carné, la gasolina del coche viejo de padre y llenar el frigo y todos sus gastos, tabaco, ropa, etc. Ella terminó dejando la carrera, con la que tenía en casa. Ellos eran hombres cis hetero (o se supone, ¡ejem!) y tenían todos que entrar a la niña del barrio del que se burlaban continuamente).  

 

 

<<Pero aquella noche a solas aquel era otro chico. Como suele suceder. Y se lo curró. Vaya que si se lo curró. Durante año y pico, de quedar para otras cosas, ir al cine, incluso a maratones en los antiguos Van Golem, tardes de cafés y fumadas en el RamJam de la Calle San Juan, muertos de la risa, excursiones a lo verde del norte de la provincia, viajes de escapada a la playa en puentes festivos con amigos míos, mi Silvi y mi gente, a los que él también se apuntaba... Y así. Poco a poco yo perdí el interés por el otro que me puteaba y humillaba ocultando los filetes que nos dábamos. Que jamás me llamó para ver qué tal estaba un día cualquiera, o para tomar un café sin que fuera que nos quedábamos hasta el final solos, después de salir del curro del antro. Y si lo hacía yo me hacía sentir como una imbécil. Que después tuve que aguantarlo en mi boda, babeando en alto por cada tía buena que había, -y estaba petada la villa, créanme, de mujeres guapérrimas-, cuando siempre ha sido lo que es, y que se  empeñó en hacer unas fotos que no le pidieron, interponiéndose y boicoteando de facto el que iba a ser el regalo de la Flor del Dolor para nosotros, y que luego para colmo, extravió la tarjeta de memoria y nos quedamos sin reportaje. Ninguna foto salvó.
Tantas heridas abiertas, de ver que hubo una época en la que él supo y concordó en que todo esto había sucedido así. Y ya no.  O nunca fue y yo me he engañado todo este tiempo, creyendo falsas palabras dulces y elogiosas sobre hacerle mejor persona, de quien ha sido el amor de mi vida porque me ha dado lo más grande que tengo, aunque las últimas acciones agrandan la herida. Ese desgarro de ver la decepción que como compañero de convivencia en la crianza me ha supuesto, no solo por el lado doméstico y de los cuidados, sino que también y sobre todo,  por el lado personal y afectivo. Tan deteriorado y extremo el cambio que, horrorizada, me vi como esa señora que se abraza pero no se traga tu leche porque besa a tus hijas, flipa, que esto es tal y como lo estoy escribiendo y así lo siento. Un puto bulto a su lado en la cama. Perder absolutamente todo el interés sexual en mí. Yo saberlo, notarlo, y llorar porque solamente cuando a él se le pone ocasionalmente dura de madrugada y estar años insistiendo en que sin vasectomía no y que yo no me ligo, que me he quedado tocada del gemelar tan mayor y que tuve un susto con la anestesia. Mucho criticar a papá cuando lo ha hecho pero no le llega ni a la suela y eso que el mío no ha sido ejemplar por muchos años. ´Él está perdonado.
La herida con el padre de las mambas está abierta, mientras sienta que mi bienestar no es prioritario para él como madre de sus hijas que soy, a la que necesitan cerca para ser felices. Solamente hay algo que puede hacer para que le perdone, y espero que no llegue el caso de que sea necesario pedírselo. 
De modo que la herida es tan profunda que, llegado el caso de tenerse que emplear a fondo en lo suyo para ir a por todas y con todo lo que sea necesario para que a sus hijas nunca les falte de nada de iniciarse el proceso que está pendiendo de un hilo, de un diagnóstico, ahí solamente podrá cerrar y dejar de sangrar: si se comporta como un padre que busca justicia y reparación para su sangre.
Espero publicar esta entrada antes del lunes 23 de mayo, día en el que sabré quizá algo mejor si el momento está más cerca, mami.


Tengo miedo. Un poco.>>