20 may 2022

Sonríes en silencio.

 Alerta roja. Ahí está.

Doña Ternura. 

No, no hagas eso, Momo, que te vas a lastimar, deja de caminar en equilibrio sobre el bordillo, un pie delante del otro...

Pon música de fondo, escribe.

Mejor intentar ocupar la mente en algo constructivo, ya que te ha inspirado. Por qué sucede eso. Por qué hay personas en las que no puedes dejar de pensar, que te despiertan tanta curiosidad. Y otras no. Con todo el mundo quieres, puedes y debes empatizar. Pero esa otra gente de la que quieres aprender y saber más. La magia en la senda. Pero también el enigma de lo que la dimensión tiempo alberga. Los lazos con las secuencias de los acontecimientos vitales decisivos. Estar en un sitio y no en otro en un determinado momento.

Momo piensa en que estaba decidida a quedarse en el trabajo anterior. Y recuerda cómo se sintió tratada y las lágrimas porque se cruzó el machismo feroz de nuevo. El peor. El chantajista: "O me agradas a mí o no le agradas a nadie". El llanto fue por la confusión, como siempre. Porque cuando Momo se encuentra con personas de falsa amabilidad, luego no entiende las puertas en las narices sin explicaciones. Estaba contenta por encontrar un curro que le gustaba y le dijo a la Flor que este era para siempre. Muy buenas propinas que habrían hecho mucho más rápida la recuperación financiera. 

Por suerte, a finales de febrero la vida dio un vuelco para ella, no solo en la solución habitacional y de movilidad, además del cambio radical de alejarse Hermanija, que sigue siendo muy difícil para Momo en el plano emocional. Sino que también el cambio se produjo en las ofertas de trabajo de lo suyo, de lo de toda la vida, de las manos que tiene y la risa que contagia. Simultáneamente al palo de no cuajar la relación con un castellano, de nuevo, apareció la oportunidad del sustento actual. 

Y por este devenir de los acontecimientos otra vez la Reina se siente niña. Arrimada a la ternura de las anécdotas. Cuando por el largo recorrido sabes anticiparte al torrente de emociones que puede desencadenarse, si no se pone presa.

Sonrisas pensativas que son las que te ponen en alerta sobre los roces venideros.

Estás de vuelta, Momo. Es un buen niño y tú estás maleada, eres una forajida de las redes... No las echarás y nadarás veloz, como pececillo intermareal. Para escapar de las suyas. Mejor nunca probar. Nunca poner en riesgo más tus secretos. 

Pero porque echaste de menos algo. 


Y no quieres echar de menos nada más y nada menos que a tus mambitas.

Saber que tienes que gustarte, perdonarte, aceptarte. Y que ese es el camino correcto hacia la calma y la serenidad. 

Las aliadas.

De tu paciencia y lucidez.