Escucha y calla. Disuélvete entre la multitud. Sé invisible en la medida de lo posible. Temple, siempre templando, planificando el siguiente paso. La opacidad es tu amiga, debes aprender de una vez por todas a poner en práctica lo de "poco y al revés", que decía Gran Mamba, para con ciertas personas al menos. Mucho mejor cuantas más incluyas, de las que rocen a esas.
Pero no es fácil, Requiere práctica, entrenamiento; nadie dijo que ser falsamente amable y neutra sea tarea sencilla. No para personas que son un libro abierto en su expresión no verbal, tanto para su adorable lado bueno como para el terrible enfado. Impulsiva, te dirán por no tener doble faz. Por eso no has de culparte ni perdonarte nada. Porque diciendo que no aguantas la presión bien (hay que joderse) o que eres impulsiva, no ayudan, sino que agravan. Y por el camino despiertan la desconfianza.
No es esa tu responsabilidad real, sino perdonarte por tus mentiras con consecuencias y admitir importantes errores que ves en el cuaderno de bitácora. La velocidad del viento, no era esa... Son aciagos días estos en los que echas la mirada atrás con mezcla de nostalgia, desasosiego y duda, pero lo cierto es que estás en minoría con respecto a una disfuncional sociedad individualista, en la que prima la imagen que se da siempre pensando en un rédito futuro o beneficio posterior al favor prestado o el culo que se ha ofrecido antes. Ahí no eres tú, la enferma. La semilla pegó hace mucho tiempo y la deriva es imparable.
Toca adaptarse, porque las mambitas necesitan de tu tesón y tu lucha. De reinvención continua, de trasbordo y porte, de mudanza y salto transoceánico. Lo que sea, lo que te eche...
No, ya no. Eres débil y vulnerable, como todes les demás. Pero sales a flote, aún hoy por la fuga de las letras que aquí pones. Pasarán unos meses hasta la relectura de aquello que aquel día provocó una frase de un estribillo pop. Eso que luego mezclaste en tu coctelera gris con las experiencias en el curro con algún compañero, que se te inspiró a media tarde. Lo aderezaste con uno o dos de tus deseos ocultos o quizá con un metro de sueños del mes pasado. Pero ahí quedó. Quizá dentro de un par de años la estés compartiendo en redes sociales, especificando su antigüedad en un post con un enlace a la entrada del blog.
Ver desde la distancia la estela, la marca, la huella. El surco, la llave torcida pero que funciona y abre. Las olas de calor, las llamas de los incendios que nos rodean, muy distintas de las tuyas sensuales. El mundo virus adquiriendo más y más relevancia.
Tu prole. Eso piensas, en que te mueres si les pasa algo malo. Tanto miedo no es bueno, y lo sabes. Ha vuelto, te domina un poco a ratos, durante el día. El cansancio es bueno cuando es mejor no pensar en lo que te preocupa, te quedas dormida fácilmente, por la noche. El insomnio ya no está, erradicado del todo porque ahora es lo contrario: tienes que hacer grandes esfuerzos para disfrutar del noctambulismo que amas. Si duermes poco, al día siguiente rindes, pero te cuesta un mundo llegar al final de la jornada.
En tres tandas, romper el texto. Una jornada de trabajo entre dos noches, de las que en la última te has despertado a las cinco de la madrugada para componer un nuevo párrafo. Adolfo Dominguez hablando de libertad, Ciencia, Dios y Cervantes, en una entrevista de la tele pública. "La patria es la lengua, lo que me une a seiscientos millones de personas", dice. En un par de horas a la ducha para volver al curro. Hoy lo verás, vuelve de librar.
Retomas y añades otros cuatro cinco seis párrafos. Este método artesano de juntar letras que te has inventado, para proletarias... Y un par de claves de acceso con su año de nacimiento y la fecha de su cumpleaños, porque le llevas y nunca le olvidarás.
La vida sigue, la marea te lleva. Solamente las mambitas en tu horizonte, remar y nadar, en alternancia.
Mirar al horizonte, perder el miedo, respirar. Edita un selfie para subir una imagen que ilustre el momento vital...
Publicar la entrada. Dirigir el barco.
<<Son aún las seis y media, duerme un par de horas más>>.