Un halo de misterio inalcanzable la envuelve. Belleza efímera, el pensamiento de cierre perfecto de un ciclo de su alma, lo interpreta en su cabeza como nueva muda de escamas, un puñado más de canas, quizá un par de arrugas que ayer no se veía.
El nombre del lugar en el que trabaja, como guiño a la era que comienza, nueva e ilusionante, pero también muy dura. De empezar de cero. Borrón y cuenta nueva. Y ahora sí que la identidad en red está a salvo, va de la mano.
Fascinante etapa venidera.
Aprender siempre es el camino, más aún de los tropiezos, que se reconocen con humildad. Y hasta que no admitas que la has cagado y tu responsabilidad en el asunto en el grado que te corresponda, sin echar balones fuera cuando no toca, no serás bueno en nada en esta vida. Rectificar siempre, cuando se es consciente de un error que ha provocado un perjuicio al otro. La actitud opuesta a la integridad valiente, a la honestidad que evita un trato injusto, es la mentira cobarde, por acción y omisión.
Estímulos. Hay seres que te llenan, ahí, también. Por los que te quedas, a pesar de la morralla, las cucarachas y la mierda de fondo. Más importantes para ti que lo puramente material, como siempre ha sido. Tu austeridad por bandera, porque si tienes que vender tu tiempo y a veces consientes incluso que te lo roben, ningún vestido ni delicatessen o accesorio va a igualar jamás el tiempo de disfrutar de las chinis.
<<Por una vez, lo que siempre soñé hacer
Prometerme construir una senda
que pueda recorrer...>>
Esa senda que empezó a caminar desde que volaron los puentes, un día de verano del 21. Y en Otoño poner el reloj a correr. Usar herramientas y levantar muros con quienes te hieren, Momo. Nunca más buscar el entendimiento, ahí. Una gran contradicción vital para una curiosa sin remedio, que se quedarán sin resolver aquellos puzzles que revelaban secretos. Aprender a asimilar que no se puede llegar a todo y a todos, por mucho que pongas empeño en ello. La vida es finita, el tiempo que la mece, también lo es. No lo pierdas con quien no te abre su corazón y sus brazos.
La senda que parte desde el muro es tan ilusionante que borra rápido el frío húmedo en los huesos de la sombra del límite impuesto. Un año del que poco queda que recorrer, para salir a la luz. Para no temer abrir las ventanas y las puertas de par en par. Y todo se sucede en sintonía. La renovación es por cuatro meses, antes de no temer que tu alter ego se prodigue sin restricciones, de nuevo en red.
Abierto hasta el amanecer, y más allá, aún.
Porque seguirás poniendo huevos en distintas cestas, lo que se lleva y se aprende, no se desprecia.