18 oct 2022

La Oscuridad.

 Su sufrimiento inocente.

La arcada de la mano de la frustración, que sigue o precede a la ira por ver el desamparo. Lo matarías, es así. Tiene en su vida el tesoro del amor de la pura admiración. Tiene la ternura y la ignora, una y otra vez, para hacer caso a sus frivolidades de narcisista inmaduro.

En realidad te da lástima esa incapacidad. La vida le tiene preparada una factura aún mucho más abultada. Veremos si la enfrenta con solvencia, cuando llegue el momento.

Todo eso estaba ahí y a ratos Momo duda sobre su propia actitud para con ello. Las ráfagas y sensaciones olfativas que no engañan... Los efluvios y el hedor a pescado podrido en la sala de estar. Siempre estuvo ahí y trataste de ignorarlo bajo el prisma de una equivocada tolerancia a lo intolerable. Te ganaron en lo de creerte intransigente con el individualismo atroz.

Tonta. Presa de la espesa oscuridad de tu captor, tú también fuiste una alienada por el capitalismo en vena y el confort egoísta e insolidario burgués. El que solo se interesa por el servicio público y la política si le da de comer. El que todo lo contamina con el comercio y el porcentaje de la comisión de servicio...



Dónde estaba tu conciencia de clase, Momo, en esos días en los que soñaste una vida que no era la tuya y coqueteaste con la idea de la cenicienta posmoderna.

Cuántas idioteces que ahora pagan ellas, sin duda. Y aún así, todo llegará a buen puerto. Porque confías en sus capacidades. Porque tu idea es que sean buenas y felices. Porque en la confianza está la diferencia, entre unos y otros educadores. 

La oscuridad siempre estuvo en la omisión de la verdad, su ocultación e incluso la mentira. Y ya está detectada la línea que hace saltar los plomos. No hay mayor contratiempo para sentar las bases de la necesaria confianza que la ausencia de luz.