Con el pelo suelto y una sonrisa enorme de placidez en el rostro.
Los ojos aún en llamas. Ese día su lenguaje no verbal la delataba, se sentía una reina en medio del barullo y el hartazgo de la temporada alta. Una niña. Pero Momo se la cruzó y se quedó prendada de esa sexualidad rebosante que la envolvía al caminar por los office. Su favorita de entre las jóvenes, Ojos Fuego se sabía así de atractiva. De vez en cuando las más mayores le habían bajado los humos y eso hacía de su situación en el resort, donde como curranta era muy valorada, a veces un suplicio de blanco de envidias y críticas injustas.
Apenas una pregunta, a la persona discreta adecuada, para saber si está o no y por qué no. Efectivamente, aquella única tarde en que Momo vio a Ojos Fuego con el pelo suelto, había estado follando.
Esas cosas no se le escapan de la cara de las mujeres, las conoce mejor que ellos...
<¡Ejem!, le sale la vena bi a la narradora omnisciente...>
Muy interesante nueva etapa, en la Senda Secreta. De la que hay que terminar de recorrer un tramo que se cubre en apenas cuatro semanas.
<<-Qué estás pensando, Momo, dilo ya.
-¿Sinceramente, Nines? Por un lado haría lo que no puedo, que es cogerlo por banda y ponerle a cabrón sinvergüenza todo lo que se merece y algo más. Por otro lado me acuerdo de Ojos Fuego aquella tarde...
Y me pica la curiosidad, ya me conoces.
-Te conozco y quería oírte reconocer en alto lo que acabas de decir.>>